Por suerte los señores Peebles le pusieron al chaval un profesor de apoyo, más que nada para que cuando tenga artrosis en los dedos de tanto jugar pueda dedicarse a otra cosa.
Lo curioso de la noticia viene al conocerse que un jugador profesional puede llevarse unos 80.000$ al año en premios. ¿Cuanto dinero habrá ganado ya para que tanto hijo como padres lleguen a esta decisión? Pues la respuesta es 0. Algún accesorio o consola, certificados y sándwiches de pollo.
Analicemos la situación, todos nosotros, alguna vez en la vida hemos pensado que lo que estábamos estudiando era una pérdida de tiempo, algunos con mayor razón que otros. A todos nos gusta jugar y ojalá pudiésemos vivir de ello, pero, a día de hoy, el futuro de una persona que se dedique única y exclusivamente a jugar me parece que está bastante negro.
Recordemos que hay por ahí músicos laureados que en ciertas épocas de su carrera han tenido que trabajar en supermercados para poder llegar a final de mes. Músicos laureados, no un chaval que juega al ‘Guitar Hero’ y que no ha tenido una guitarra real en sus manos en la vida.
El chico tiene un sueño, todos los tenemos, pero ahí deberían de estar unos padres que le pongan los pies en el suelo, que si le gustan los videojuegos, le animen a dedicar sus estudios a esa rama de la tecnólogia, pero que no le den al chico unas falsas esperanzas que probablemente jamás llegarán. Esperemos que por su propio bien el chaval se haga millonario, sino le espera una vida bastante dura.
para k tengas todas lasputas guitarras i su jefes le digan k si kiere decir k cagan lana i su cria tiene el futuro asegurado